PRESENTACIÓN

 Algunos platos se han convertido en verdaderos referentes de la gastronomía zamorana, por su permanencia secular en el recetario popular y por su vinculación a su zona de origen.

El arroz a la zamorana, el bacalao a la tranca y el pulpo o la trucha a la sanabresa conforman el grupo de referencia de más sólida consistencia de un afamado recetario rico en referencias, que se extienden a todo tipo de comarcas y zonas, y que incluso su toponimia ayuda a “apellidar”, cuando se trata de identificar otras recetas clásicas: habones de Sanabria, jabalí al tinto de toro, pichones de Tierra de Campos, tarta del Cister o cañas a la zamorana.

Recetas que hacen referencia a cultivos o ingredientes tradicionales y a ese pasado agrícola y ganadero que hoy desemboca en el compromiso de sus gentes por el mantenimiento y consumo de productos autóctonos de calidad.

Al margen de estos platos, conviene no olvidar otros productos cárnicos y sus recetas, como las que se elaboran con la sabrosa ternera de Aliste; la carne de caza abundante en casi todas las comarcas de la provincia, tal como la liebre, la codorniz o el pichón.

En el capítulo de carnes merece la pena mencionar el tostón, el lechazo o el cabrito; también las perdices estofadas o las codornices escabechadas.

En referencia a lácteos, destaca un producto singular utilizado en casi todas las cocinas de la provincia, como es el queso de oveja, el único con Denominación de Origen de toda la provincia.

Capítulo aparte merece la repostería de la provincia, empezando por la citada tarta del Cister de Benavente y continuando por otras delicias como el bollo maimón o los borrachos de Alcañices, los feos de Villalpando, los almendrados o empiñonados de Villardeciervos o el célebre rebojo zamorano, sin olvidar el dos y pingada, receta muy tradicional de la capital de Zamora cuando llega la Semana Santa.

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