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PRESENTACIÓN

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  Algunos platos se han convertido en verdaderos referentes de la gastronomía zamorana, por su permanencia secular en el recetario popular y por su vinculación a su zona de origen. El arroz a la zamorana, el bacalao a la tranca y el pulpo o la trucha a la sanabresa  conforman el grupo de referencia de más sólida consistencia de un afamado recetario rico en referencias, que se extienden a todo tipo de comarcas y zonas, y que incluso su toponimia ayuda a “apellidar”, cuando se trata de identificar otras recetas clásicas:  habones de Sanabria, jabalí al tinto de toro, pichones de Tierra de Campos, tarta del Cister o cañas a la zamorana. Recetas que hacen referencia a cultivos o ingredientes tradicionales y a ese pasado agrícola y ganadero que hoy desemboca en el compromiso de sus gentes por el mantenimiento y consumo de productos autóctonos de calidad. Al margen de estos platos, conviene no olvidar otros productos cárnicos y sus recetas, como las que se elaboran con la sabrosa  ternera de

QUESOS

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  Nadie puede asegurar el momento preciso en que hizo su aparición el queso en la dieta humana, pero se sabe que se trata de un alimento muy antiguo, que acompañó al hombre al menos desde que se inició en la actividad ganadera o de pastoreo, que al parecer precedió a la agraria. La elaboración habitual de queso se produciría ya en una etapa más sedentaria, cuando los primeros pobladores comenzaron a buscar asentamientos estables, pasando de una economía de subsistencia a otra que ya comienza a ser productiva, de intercambio, donde se desarrollan incipientes actividades de tipo semindustrial. De la tradición quesera en la región del Duero dan cuenta los numerosos restos arqueológicos guardados en el Museo  de Zamora, los más antiguos de los cuales nos remiten a al Edad del Cobre, hace más de 4.000 años. Se trata de restos de recipientes agujereados, realizados en barro cocido, que los arqueólogos denominan queseras o encellas, donde se dejaba escurrir el queso. La abundancia de estos ma

VINOS

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  Presentación Zamora es una tierra de viñedos antiguos, donde el vino forma parte de su historia y de su cultura más esencial, que impregna paisajes, construcciones y arte. Y hasta la lengua se muestra plena de referencias, refranes y alusiones al vino en la vida cotidiana. Pero es que no son una ni dos, son cuatro las zonas vinícolas que tiene esta provincia, y cada una ofrece vinos diferentes y muy propios. Aunque tres de estas denominaciones se asientan casi a orillas del río Duero, todas ellas ofrecen una gran diversidad de suelos -incluso de clima, en el caso de las terrazas de los Arribes- y por tanto de variedades de uva. Una riqueza.   D.O. Toro. En 1987 obtiene la calificación de Denominación de Origen por la que se delimita la zona de producción: Unas 6.000 has. distribuidas en el alfoz de Toro. La producción media de cada cosecha es 18 millones de kilos de uva, el 90% de la variedad Tinta de Toro. Características El río Duero es la seña de identidad de los vinos toresanos.